• Julia montando a caballo para llegar a comunidad indígena y vacunar

Julia Paredes: La enfermera mexicana que cruzó montañas para llevar vacunas y esperanza

Noviembre 2024


“La muerte estaba presente a cada minuto y la gente estaba tirada, contagiada de sarampión, sobre todo los niños, los más indefensos, por falta de algo tan esencial como son las vacunas”, recuerda la enfermera Julia Paredes López, quien a los 17 años estuvo en una localidad estatal mexicana llamada Loreto, en el estado de Chihuahua, donde presenció el dolor de la muerte al escuchar el llanto desgarrador de las madres y abuelas al enterrar a sus hijos y nietos a causa del sarampión. Este momento la marcó para toda la vida.

“Yo no decidí ser enfermera, la enfermería me encogió a mí”, asegura Julia, que, a sus 50 años, es supervisora estatal del Programa de Vacunación Universal en el estado de Chihuahua, México, y continúa trabajando por garantizar que todos tengan acceso a vacunas, especialmente en las comunidades más remotas. “Saber que una vacuna les podía salvar la vida fue algo que me inquietó, algo que me hizo que me enamorara y hasta la fecha me tiene aquí”.

Enfermera Julia reflexionando

Llegando a las comunidades más aisladas

Para poder entrar a las comunidades indígenas y brindarles atención médica, Julia adoptó la vestimenta tradicional de los tarahumaras, un grupo indígena mexicano, y aprendió algunas palabras en su idioma. “Me vestía de tarahumara, me iba a las comunidades indígenas y mestizas; a veces era caminando, pero también a caballo, cargando en termo” con vacunas, explica y relata que recorrió largas distancias a caballo, superando barreras lingüísticas y culturales para asegurar que todas las personas, sin importar su ubicación, tuvieran acceso a la inmunización.

Recuerda con cariño a “Pajarito”, el caballo que la llevaba a esos trayectos. “Los niños corrían y decían ‘ahíAhí viene la Julia’… sabían que les llevaba una esperanza y que no se iban a enfermar”, cuenta.

 

Enfrentando desafíos y brindando soluciones

En 1991, Julia enfrentó lo que parecía ser un caso de poliomielitis en la comunidad de Las Papas. "Caminamos todo un día para llegar a la localidad. Ahí tomamos muestras y vacunamos a unos 15 niños tarahumaras. Más tarde, se descubrió que no era poliomielitis. El niño había comido una hierba llamada 'cacachila', que fue la que le ocasionó parálisis flácida", uno de los signos más característicos de la polio.

Antes de obtener el diagnóstico, esta enfermera tuvo que regresar a la comunidad para realizar un cerco vacunal y asegurarse de que todos los niños estuvieran protegidos. "Pregunté qué comían, recolecté hierbas y las mandé al laboratorio, y fue así como se descubrió qué hierba había provocado la parálisis", añade.

Enfermera Julia comparte información sobre la importancia de la vacunación
Dos niños corren por la calle
Julia a caballo cruzando un terreno muy quebrado

Desafíos geográficos y el esfuerzo incansable

En Chihuahua, donde Julia realiza su labor, los desafíos geográficos complican la distribución de servicios de salud. Con una extensión territorial considerable y una topografía diversa que va desde desiertos áridos hasta montañas escarpadas, llegar a todas las comunidades, especialmente las más remotas, puede resultar todo un reto.

Las largas distancias y las condiciones climáticas también dificultan el acceso a la atención médica y la distribución de vacunas, lo que requiere un esfuerzo coordinado y perseverante por parte de los profesionales de la salud.

Julia tiene muchas anécdotas de personas que se salvaron gracias a la vacuna antirrábica y la inmunoglobulina, que contiene anticuerpos que ayudan a neutralizar el virus de la rabia antes de que cause daño. “Atendí pacientes que fueron agredidos por murciélagos, zorrillos u otros animales. Me hablaban por radio y yo iba hasta donde estaban” para administrarles profilaxis postexposición contra la rabia. A veces caminaba largas distancias y, aunque algunos pacientes no lograban salvarse debido a su estado grave al momento de llegar, cuando sí lo hacían era una alegría muy grande”.

El origen de su vocación y su amor por la salud pública

El vínculo de Julia con la salud pública comenzó de manera fortuita cuando, a los 16 años, brindaba apoyo a un médico pasante en el pueblo de Batopilas, en Chihuahua, frontera con Sinaloa. Esta experiencia la llevó a descubrir su pasión por la salud y la medicina.

Originaria de Cerro Colorado, municipio de Batopilas, Chihuahua, Julia creció en un entorno donde la atención médica era escasa. Esta realidad la impulsó a comprometerse aún más con su labor, convirtiéndose en una figura vital en la provisión de servicios de salud en su comunidad y más allá. De hecho, cuenta, ella sola atendió 1500 partos y es madrina de bautizo de 25 niñas y niños.

Julia en jornada de vacunación


A lo largo de sus 30 años de carrera, Julia ha sido testigo de grandes avances en la salud pública. "Vi cómo las vacunas llegaron a las localidades más lejanas, cómo la gente comenzó a comprender la importancia de la vacunación, y cómo logramos que dejara de morir gente a causa del sarampión", dice. "Por eso, me gustaría que me recordaran con un termo de vacunas por las calles, platicando con la gente y diciéndoles que las vacunas salvan vidas."

Gracias al trabajo de Julia y miles de trabajadores de salud y autoridades en toda las Américas, y con el apoyo de organismos como la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la región logró recuperar este mes su estatus como libre de sarampión endémico, un esfuerzo que se enmarca dentro de la Iniciativa de Eliminación de la OPS, que busca poner fin a más de 30 enfermedades transmisibles y condiciones relacionadas para 2030.