El trabajo en las comunidades apartadas
Chiloé es una isla al sur de Chile con menos de 170.000 habitantes, mucha dispersión geográfica y clima adverso que, en ocasiones, dificulta el acceso a algunas de sus localidades.
Al llegar a Chiloé, a Marcela le asignaron la comuna de Queilén. “En aquel entonces estaba muy alejada y con un equipo multidisciplinario hacía rondas, había zonas de muy difícil acceso, tardábamos tres horas en llegar en lancha cuando había temporal, ¡hasta estuvimos en un naufragio! -cuenta- Lo importante era llegar a esas mujeres y brindarles apoyo. En esa época, esos lugares estaban muy escondidos y desvalidos en la atención de salud”.
Desde 1994 trabaja en el hospital de Ancud, ubicado en la ciudad con el mismo nombre, dentro de Chiloé. Esta partera ‒que en Chile se les llama matronas en oposición a las parteras empíricas tradicionales‒ hace turnos rotatorios y trabaja tanto en urgencias como en parto y preparto, en neonatología y en ginecología y en casos de alto riesgo. Actualmente hay más matronas en el centro de salud, algo que considera muy positivo en comparación con lo que ocurría tres décadas atrás, cuando solo una matrona debía ocuparse de todas las tareas.
Cuando comenzó en ese hospital atendían 1.000 nacimientos al año, una cifra que se redujo a los 400 nacimientos actuales, acompasando las trasformaciones demográficas a nivel mundial. No solo en la demografía, también en la cultura hubo grandes cambios. Así lo entiende esta partera, que nota una mayor preocupación porque la mujer sea la protagonista al momento del parto. “Aquí, en el hospital, tenemos una maternidad con atención personalizada, hay una sala especial y hacemos hincapié en la entrada del padre al parto y el apego. Hay un enfoque cultural y todas las colegas están capacitadas para dar esa atención”.