Montevideo, 5 de mayo de 2022- (CLAP/OPS)– En una maternidad ubicada en Yaruquí, una parroquia rural a unos 40 kilómetros al nororiente de Quito, Ecuador, la partera Julia Coello pone la atención humanizada del parto en el centro de la agenda.
Julia es una de las nueve parteras de servicio en el Hospital Alberto Correa, un hospital de segundo nivel que está implementando una estrategia para mejorar la salud materna que incluye especialmente a estas profesionales.
Tras estudiar y trabajar por ocho años en Buenos Aires y 15 en Barcelona, regresó a su país en el marco de un plan del gobierno que reclutaba personas que hubieran vivido en el exterior para que aportaran al país lo aprendido afuera.
Para esta partera ecuatoriana “lo más importante es fortalecer el talento humano para lograr una atención más humanizada”, asegura.
Mantener a las parteras actualizadas también es lo que defiende Kathyann Thomas Elbourne, directora general de enfermería de la región Suroeste en Trinidad y Tobago. Kathyann no ejerce como partera actualmente, pero perdió la cuenta de la cantidad de partos que atendió durante sus casi tres décadas de carrera.
Con cerca de 2.000 profesionales (una combinación de parteras, asistentes de enfermería y enfermeras gestoras) bajo su cargo, ahora su tarea es de abogacía y desarrollo de políticas para la mejora de la partería. En ese sentido, trabaja para fortalecerlas políticas que mejoren la práctica de la partería a partir de conocimientos promovidos por la Confederación Internacional de Parteras, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), su Centro Latinoamericano de Perinatología y Salud de la Mujer (CLAP) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), socios que brindan directrices en base a la evidencia y las buenas prácticas.
“Lo que hacemos es buscar institucionalizar esas prácticas, por ejemplo, promoviendo el trato materno respetuoso, el apoyo a la crianza de los recién nacidos y la promoción de la lactancia materna”, cuenta Kathyann y detalla que también están “gestionando que el hospital sea acreditado como Hospital Amigo del Bebé”, una iniciativa de la OMS y UNICEF para promover la lactancia materna.
Escasez de profesionales
En América Latina y el Caribe se estima que hay 160.000 parteras como Julia y Kathyann. Las parteras cumplen varias funciones, no solo en la atención en el parto sino también en el control prenatal, el post parto y la salud sexual y reproductiva. Las investigaciones hechas sobre el tema indican que el número de estas profesionales no es suficiente y que una ampliación sustancial de la cobertura de las intervenciones prestadas por matronas (un aumento del 25% cada cinco años de aquí a 2035) podría evitar el 40% de las muertes maternas y neonatales y el 26% de los mortinatos (la muerte de un feto después de las 20 semanas de embarazo), de acuerdo con El Estado de las Matronas en el Mundo 2021. El mismo informe señala que la cobertura universal de las intervenciones prestadas por parteras podría evitar el 65% de las muertes maternas y neonatales y de los mortinatos.
“Si queremos poner fin a las muertes maternas y neonatales evitables, debemos incrementar alrededor de un 70% el número actual de profesionales de la partería y garantizarles el acceso a educación actualizada y de primera calidad”, considera Bremen de Mucio, asesor regional de salud materna de la OPS. “También, necesitamos ofrecerles campos clínicos suficientes para que adquieran y mantengan las destrezas necesarias para brindar una atención de calidad, respetuosa de los derechos de las mujeres y de sus pautas culturales”, agrega.
La OPS, a través de su centro especializado en salud materna, apoya y supervisa el trabajo del Centro de la Escuela de Matronas de la Universidad de Chile, un modelo en la educación de la partería en la región y el único centro colaborador en partería de habla hispana de la OPS/OMS en las Américas. Junto a esta institución y otros socios, la OPS promueve el fortalecimiento de la partería en América Latina y el Caribe a través de capacitaciones para la atención clínica y la docencia en modelos de educación basados en competencias, así como en gerencia de centros y sistemas de salud y en salud pública, con el fin de que las parteras cuenten con las aptitudes suficientes para ocupar posiciones de decisión en instituciones de salud, ministerios y otros lugares estratégicos.
Julia, como líder de servicio en su hospital, participó en varios de los cursos brindados por la OPS en el marco del modelo de capacitación de capacitadores. “No solo es fundamental la capacitación, sino tener paciencia y darse tiempo para observar. A pesar de que el parto es algo milenario, nos queda mucho por aprender, nos falta mucha capacidad para observar y hay que ser menos impaciente”, reflexiona.
La estrategia que se implementó en el centro de salud ecuatoriano de Yaruquí apunta a la articulación del primer y segundo nivel de atención para que las embarazadas pasen de la atención primaria al hospital más especializado a partir de las 35 semanas. Allí, y por medio de un sistema de turnos en línea, se les hacen las últimas atenciones prenatales, se les brindan talleres de parto y se las capacita sobre el flujo de atención para garantizar el parto institucional.
Asimismo, y como parte de esa estrategia, trabajan en la coordinación de las tareas entre matronas y obstetras, hicieron mejoras en la sala de parto, y promueven la atención prenatal en el primer nivel de atención para evitar complicaciones y para que la mujer elija el método anticonceptivo que desee, en el caso de que así lo quiera. Asimismo, brindan controles domiciliarios postparto.
El éxito para esta matrona también reside en que las mujeres conozcan lo que les ocurre, “que se empoderen sobre el parto”. Julia se siente satisfecha por el trabajo que ha hecho y por su profesión. “Si volviera a nacer, sería partera”, asegura.
La misma vocación se observa en Kathyann cuando recuerda que fue la curiosidad la que la llevó a estudiar partería. Durante su carrera se dio cuenta de que, si bien “no eres esa mujer que estás trayendo a otra persona al mundo, eres la que está viendo todo el proceso y asistiendo cuando es necesario. Eres testigo de un proceso maravilloso. Y con el paso del tiempo te encuentras por la calle con gente que te dice: ‘¿Ves a este muchacho o a esta niña? Tú lo ayudaste a nacer’. Y eso es extraordinario”.