La hipertensión, la diabetes, las cardiopatías no cesan y a ellas se sumó la pandemia. La incertidumbre estaba a la orden del día. ¿Qué se espera de la evolución en estas personas si enferman de Covid-19? ¿Cómo atenderlas y protegerlas de ese riesgo sin descuidar su condición de salud? Entre tanta nebulosa y variables en juego hubo un punto a favor para Uruguay. “La población era conocida”, sabían dónde vivían, en dónde estaban en cada barrio y cada localidad gracias a un fuerte vínculo de médicos, enfermeros, psicólogos y todo un equipo en territorio, planteó Gabriela Lamique, directora de la Red de Atención Primaria Metropolitana de Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), el principal prestador público de salud del país que atiende personas de nivel socioeconómico medio y bajo, y en las situaciones más extremas de vulnerabilidad social.
El trabajo casa a casa se hizo más intenso en el grupo de mayor riesgo. “Por la pandemia fuimos a los domicilios de la gente que no se podía transportar al centro de salud, pacientes crónicos con patologías generadoras de inmovilidad, hemos ido con enfermeros, licenciadas, con la vacunadora para llegar a la gente, a las casas y ver qué pasa”, narró Antonella Castañares, licenciada en Enfermería del Centro Giordano de ASSE, un servicio con más de 70 años de tradición de trabajo con la comunidad de nivel socioeconómico bajo en Montevideo.
“El primer nivel de atención es un espacio privilegiado del sistema de salud porque es la puerta de entrada a la atención” y de hecho este “primer nivel fue clave en el abordaje de la pandemia por COVID-19”, definió Lamique.
Gonzalo Di Pascua, director del Centro Giordano de la RAP Metropolitana de ASSE, coincide: “el éxito de Uruguay es tener un Sistema Nacional Integrado en Salud, tener un subsector público tan fuerte y específicamente ASSE, con más de 900 unidades asistenciales en todo el país con atención a la comunidad; tener un primer nivel de atención fuerte y tan cercano a la comunidad”, opinó.
Médicos, enfermeros y vecinos se conocen, se tratan y se relacionan durante mucho tiempo. El personal de la salud sabe en dónde trabajan sus pacientes, dónde viven, con quién, cuál es su familia y qué hacen, cuáles son sus necesidades, sus intereses y problemas. Conocen su barrio, su entorno. Trabajar en el primer nivel de atención de ASSE es ir “más allá de la patología del paciente” e intentar buscar “soluciones” con el objetivo de “respaldar” a las personas, destacó la enfermera Castañare.
El trabajo silencioso
“Un nivel de organización silencioso”, así define Lamique, directora de la Red de Atención Primaria Metropolitana de ASSE, al trabajo tras bambalinas de ASSE luego de la llegada de la COVID-19. El centro fue “el acercamiento a la población de todos los dispositivos, atención domiciliaria, búsqueda del adulto mayor vulnerable que llegó incluso hasta llevarle la medicación a la casa, controles de embarazadas en domicilio e hisopados con un nivel de testeo brutal”, un trabajo que hicieron sus integrantes “callados”, destacó Lamique. Llegó la telemedicina, el seguimiento telefónico y un aumento de las visitas a domicilio. Embarazadas, niños, adultos mayores y personas en riesgo recibieron a los médicos en sus casas.
El trabajo casa por casa se “intensificó” y se convirtió “en un pilar de la atención”, se amplió el seguimiento de recién nacidos, niños, enfermos crónicos sumando además la teleconsulta, contó Di Pascua, el director del Centro Giordano de ASSE. La mayor
demanda fue por farmacia y generó cambios en la forma de expedir medicación a los usuarios a domicilio y con agenda.
El personal de salud pasó de la etapa del “miedo” por la llegada del coronavirus a la del “aprendizaje” rápidamente, opinó Lamique. ASSE se animó e incorporó charlas de preparto por videoconferencia con una de las primeras instancias con hasta 30 familias conectadas a los talleres, para sorpresa de los organizadores.
La COVID-19 “nos ayudó a adaptarnos a nuevas formas de comunicación. ¡Qué oportunidad ha sido para adaptar ese primer nivel de atención que en este país por suerte tiene un gran desarrollo! Ahora tenemos todavía más estrategias y mayor accesibilidad para nuestros usuarios”, destacó Lamique.
Los casos positivos del nuevo coronavirus desencadenaron en zonas de alta vulnerabilidad social, de pobreza, un conjunto de estrategias: la búsqueda activa de casos, la educación sobre cómo prevenirlo y la de aislamiento y las medidas de protección en toda la zona.
La responsabilidad de ser personal de salud
Juliana Laporte, médica del Centro Giordano de ASSE, comenzó hace unos meses a trabajar con foco en las personas internadas en residenciales, a colaborar con diferentes estrategias para intentar disminuir la posibilidad de que llegue el virus y, para el caso en que suceda, prever el aislamiento, el seguimiento y el apoyo. El trabajo que se hace en equipo va desde contemplar lo emocional y el estado de salud de las personas que viven allí, hasta los temas más prácticos como las capacitaciones para el personal para evitar infecciones y el correcto uso del tapabocas y la alfombra sanitaria, entre otros.
Cuando le preguntan si sintió miedo, dice que sí y luego se retracta. Le invade la “responsabilidad” de ser personal de salud, de “ir a la línea de frente y tratar de hacer lo mejor”. Asegura que trabajan con miras a que las personas “sientan el apoyo y que puedan levantar el teléfono, llamar, y saber que -los trabajadores de salud- vamos a estar ahí”, comentó Laporte.