Respuesta de la OPs a la emergencia por sequía en la Amazonía brasilera
La selva amazónica es el mayor bosque tropical de la Tierra y contiene la mayor biodiversidad del planeta. En Brasil, cubre el 60% de la superficie total del país, abarcando ocho estados y ocho fronteras internacionales. Los indicadores de desarrollo en la Amazonía brasileña son los más frágiles del país, incluyendo un pobre acceso a la atención primaria de salud y servicios especializados, así como a programas de salud pública como la vacunación, jornadas para la prevención de enfermedades no transmisibles, la adecuada nutrición, programas de eliminación de enfermedades, y uno de los niveles más bajo del país para el acceso a agua potable, higiene y saneamiento.
Se calcula que en la región amazónica viven 25 millones de personas, entre ellas más de la mitad de la población indígena de Brasil y el 38% de la población quilombola (descendientes de esclavos africanos). Los ríos, arroyos y lagos son esenciales para la supervivencia en la región amazónica, ya que influyen profundamente en las actividades cotidianas, en la cultura, el transporte y la seguridad alimentaria y el movimiento de personas y bienes esenciales para el comercio y el mantenimiento de la vida. Además, al ser una vía de transporte, los ríos son esenciales para el acceso de la población al sistema de salud.
La región amazónica de Brasil está sufriendo la peor sequía de los últimos 43 años y esta afecta directamente a más de 2 millones de personas con consecuencias desastrosas en acceso a energía, alimentos y agua segura. Antes de la emergencia, aproximadamente el 10% de la población de esta región tenía acceso a sistemas de agua potable. Actualmente, la falta de acceso a agua potable y alimentos pone en peligro la vida de al menos 600.000 personas y este número podría aumentar a más de 1,2 millones al inicio del 2024 con la prolongación de la situación de sequía. Adicionalmente, el estado de Amazonas está experimentando uno de los niveles de calidad del aire más inseguros del mundo debido a los incendios forestales provocados por el clima.
En este contexto, las comunidades locales se enfrentan con un acceso muy limitado a servicios básicos, incluyendo servicios de salud primaria y especializada para las afecciones existentes, al igual que los servicios de atención a enfermedades emergentes como resultado de la crisis climática, incluidas las enfermedades infecciosas. Estas barreras de acceso y accesibilidad a servicios esenciales se han exacerbado por las condiciones climáticas, aumentando las vulnerabilidades de las poblaciones ubicadas en 79 municipios de los estados de Amazonas y Acre que han declarado el estado de emergencia.
Desde su oficina permanente en Brasil, los expertos técnicos de la OPS están apoyando a las autoridades nacionales y subnacionales, junto con socios humanitarios claves en el país, para responder a esta emergencia provocada por determinantes climáticos. Nuestra Organización está en una posición única para apoyar la respuesta a esta emergencia siendo la única agencia de la ONU totalmente integrada en el Centro Nacional de Operaciones de Emergencia (COE), liderado por las autoridades del país.
A nivel subnacional, la OPS ha desplegado expertos para fortalecer los mecanismos de coordinación de emergencias dentro del COE nacional, apoyar la gestión de la información y los informes de situación, así como para proporcionar apoyo logístico y técnico en salud ambiental, vigilancia de enfermedades y respuesta, así como apoyo a la planificación de la respuesta a la sequía en los estados que pronto se verán afectados. Las intervenciones de salud críticas incluyen la identificación de soluciones alternativas para permitir la asistencia en salud, e innovaciones para superar los retos logísticos y llegar a la población, incluidos los grupos vulnerables, con intervenciones que salvan vidas.
Por su parte, las acciones clave de respuesta del gobierno del país incluyen: dragado de ríos, asistencia de emergencia y fortalecimiento de las acciones de salud, defensa y seguridad pública, compra de aviones contra incendios y acciones ambientales para la prevención de incendios forestales.
El Centro Nacional de Vigilancia y Alerta de Desastres Naturales (Cemaden), unidad de investigación dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Brasil, prevé que la sequía en la Amazonía puede persistir hasta febrero de 2024, coincidiendo con la máxima intensidad del fenómeno de El Niño. Esto significa que la sequía no sólo es más severa que los niveles normales esperados, sino que podría durar hasta cuatro meses más de lo habitual en la región, una situación muy preocupante para Brasil y los países vecinos. Los desafíos existentes relacionados con la falta de acceso a los alimentos y al agua, y/o los retrasos en el acceso a los servicios de salud para la población, en particular las poblaciones remotas, pueden conducir a: la migración transfronteriza; el aumento de la morbilidad y la mortalidad a través de la exacerbación de las condiciones de salud existentes (enfermedades no transmisibles, salud mental, etc. ), el desencadenamiento de nuevas afecciones (por ejemplo, enfermedades respiratorias debidas a la inseguridad de la calidad del aire), una mayor vulnerabilidad a las enfermedades debido a la falta de programas de salud pública (inmunización, malaria, tuberculosis, VIH y enfermedades endémicas, redes de laboratorios y brotes, etc.) y malnutrición.
La OPS continúa sumando apoyos para seguir trabajando con los socios en esfuerzos que contribuyan a superar las dificultades para la salud pública en la región amazónica de Brasil. Algunas de las acciones en las que se enfoca la OPS incluye el mantenimiento de los servicios de atención primaria de salud y el acceso a la atención médica especializada, abordar las brechas críticas en la seguridad alimentaria, así como la falta de datos para orientar las intervenciones que salvan vidas, fortalecer la vigilancia que permita una caracterización robusta de las enfermedades y condiciones notificables y no notificables; comprender el impacto en las poblaciones indígenas; e implementar acciones cruciales de salud ambiental.