La OMS recomienda adoptar esquemas de tratamiento potentes, de menor toxicidad, con barrera genética alta frente al desarrollo de resistencia del VIH, y que se puedan utilizar en los diferentes grupos poblacionales y tengan un costo menor. El uso de esquemas optimizados puede mejorar la durabilidad del tratamiento y la calidad de la atención a los pacientes con infección por el VIH.
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