Rueda de prensa semanal sobre COVID-19: Palabras de apertura de la Directora, 27 de octubre de 2021
Buenos días y gracias por participar en la rueda de prensa de hoy. La semana pasada, se notificaron más de 800.000 nuevos casos de COVID-19 y 18.000 muertes conexas en la Región de las Américas. Se trata de las cifras más bajas en relación con esta pandemia en más de un año. Hay motivos para ser optimistas, pero no debemos bajar la guardia. El número de casos de COVID-19 y de muertes conexas está disminuyendo en toda América del Norte, Centroamérica y América del Sur, con algunas excepciones. En Belice se ha producido un fuerte aumento del número de muertes debidas a la COVID-19 y en Paraguay se ha duplicado el número de casos en la última semana. En el Caribe, está disminuyendo el número de casos en muchas de las islas más grandes, incluida Cuba, que lleva meses enfrentando un brote importante de COVID-19. Sin embargo, el número de casos en algunas islas más pequeñas está alcanzando puntos máximos sin precedentes. Por ejemplo, Saint Kitts y Nevis, Barbados, Anguila y San Vicente y las Granadinas están notificando su mayor número de casos nuevos de COVID-19 y de muertes conexas desde que comenzó la pandemia. Por eso es fundamental que los países continúen aplicando medidas de salud pública como el uso de mascarillas, el distanciamiento físico y la limitación de las grandes reuniones para controlar estos brotes, sobre todo mientras se esfuerzan por ampliar la cobertura de la vacunación. Casi 44% de la población de América Latina y el Caribe está completamente vacunada contra la COVID‑19 en estos momentos. Gracias en gran parte a las donaciones de vacunas, ya sea por acuerdos bilaterales o por medio del Mecanismo COVAX, actualmente el doble de personas en América Latina y el Caribe están completamente vacunadas contra la COVID-19 en comparación con agosto de este año. Y si bien nuestra Región ha hecho un gran trabajo al acelerar la cobertura de la vacunación en solo unos meses, más de la mitad de la población de América Latina y el Caribe sigue desprotegida. En Guatemala, San Vicente y las Granadinas, Jamaica, Nicaragua y Haití, menos de 20% de la población está completamente vacunada. Pero la buena noticia es que esta semana se entregarán más de tres millones de dosis en nuestra Región por medio del Mecanismo COVAX. Y se espera que se aceleren las entregas de dosis en estos últimos meses del año, lo que permitirá continuar respondiendo a uno de los mayores desafíos de nuestra Región: la inequidad en torno a las vacunas. Hoy, líderes de todo el mundo están en camino a Glasgow para participar en la 26.ª reunión de la Conferencia de las Partes (COP26) en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y por eso quisiera hablar de la mayor amenaza a largo plazo para nuestra salud pública: el cambio climático. La salud de nuestro planeta y la salud de nuestra población están conectadas. En todo el mundo, se producen más de 12 millones de muertes cada año relacionadas con factores de riesgo ambientales. Las altas temperaturas y la contaminación del aire han llevado a un aumento de las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Los incendios forestales y las sequías han provocado malas cosechas que no solo han dañado los medios de vida de los trabajadores del sector agrícola, sino que también han aumentado la inseguridad alimentaria en nuestra Región. El clima extremo y el aumento de las temperaturas han cambiado nuestros ecosistemas y han obligado a las personas a abandonar su hogar en busca de condiciones más habitables, a menudo ocupando otros hábitats naturales que dan cobijo a especies animales. Esto ha llevado a un aumento de las enfermedades transmitidas por vectores como el Zika y la enfermedad de Chagas. El dengue, que generalmente sigue un patrón estacional, se está detectando fuera de su ciclo normal debido al aumento de las temperaturas y la prolongación de las estaciones húmedas. Y tanto la frecuencia como la escala de estos eventos están en aumento. Se prevé que un niño que nace hoy enfrentará durante su vida el doble de incendios forestales, casi tres veces más sequías e inundaciones y casi siete veces más olas de calor en comparación con una persona que nació en 1960. Estas amenazas serán un reto para nuestros sistemas de salud, cuya responsabilidad principal es "no hacer daño" y reducir su huella ecológica. Por eso nos alienta ver que, por primera vez, la salud es protagonista en la cumbre de este año sobre el clima. En preparación para esta cumbre, la OPS ha publicado una agenda para la Región de las Américas sobre la salud, el medioambiente y el cambio climático que ofrece a los países un plan de acción para reducir la carga de los riesgos ambientales sobre la salud en nuestra Región. Hay tres puntos que quiero destacar de este plan. El primero es la importancia de la colaboración. El cambio climático es un problema de salud, pero también es un problema sociopolítico y económico. Por eso necesitamos que estos sectores trabajen juntos para formular planes de preparación más integrales que aborden el impacto de las emergencias climáticas sobre la salud. Para mejorar nuestra capacidad de anticipar y prevenir las amenazas futuras, se deben integrar los sistemas de vigilancia de la salud y de la sanidad animal con los sistemas de información sobre el clima y el medioambiente a fin de crear sistemas de alerta temprana más robustos para las crisis futuras. La segunda observación que quiero hacer es que los países deben invertir en sus sistemas de salud. Tal como hemos visto a lo largo de la pandemia de COVID-19, el éxito de nuestra respuesta depende de la capacidad de nuestros sistemas de salud de adaptarse y ampliarse a fin de satisfacer las necesidades de las personas. Los países deben invertir en sus sistemas de salud para disponer del personal, la capacitación y los recursos necesarios que permitan responder a los riesgos climáticos en el futuro. Pero, además de ser robustos, los sistemas de salud también deben ser resilientes. La OPS ha estado trabajando con los Estados Miembros en el Caribe para construir establecimientos más seguros, ecológicos y resilientes frente al clima que puedan seguir funcionando frente al cambio climático y los eventos climáticos extremos, como los huracanes y el aumento del nivel del mar. Esto me lleva a mi tercera observación: la salud debe formar parte de la solución. El sector de la salud hace una contribución importante a las emisiones de gases de efecto invernadero. Algunas estimaciones sugieren que podría ser responsable de 5 a 10% de las emisiones de carbono en todo el mundo. Para mejorar esta situación, podemos reducir las emisiones de carbono de los establecimientos de salud en relación con la electricidad, la calefacción y el aire acondicionado, y podemos adaptar nuestros sistemas de salud construyendo establecimientos más ecológicos y reduciendo las emisiones en cada etapa de las cadenas de suministros, desde la producción hasta el transporte. El cambio climático es una amenaza real y a largo plazo que debe abordarse mediante soluciones duraderas. Los fenómenos meteorológicos extremos que desencadenan emergencias de salud son solo uno de los riesgos a los que nos enfrentamos. Los científicos llevan mucho tiempo advirtiéndonos que, si no lo abordamos, el cambio climático transformará nuestro medioambiente, nuestros sistemas alimentarios y nuestras condiciones de vida, con consecuencias potencialmente devastadoras para nuestra salud. La pandemia de COVID-19 nos ha mostrado lo poco preparados que estamos para un evento tan disruptivo. Sin embargo, hoy tenemos la oportunidad de aprovechar las enseñanzas extraídas de la pandemia de COVID-19 para prevenir futuras crisis y fortalecer nuestra capacidad de respuesta. Esperamos que nuestros líderes aprovechen esta oportunidad.
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