Rueda de prensa semanal sobre COVID-19: Palabras de apertura de la Directora, 17 de noviembre de 2021

Buenos días y gracias por participar en la rueda de prensa de hoy.

La semana pasada se notificaron cerca de 760.000 casos nuevos de COVID-19 y 12.800 muertes conexas en la Región de las Américas.

Se observó una disminución de 5% en el número de casos nuevos en la Región de las Américas durante la última semana, y una disminución de 17% en el número de muertes. En algunos de los países más poblados de la Región, como Estados Unidos, Brasil y Colombia, el número de nuevos casos se está estabilizando tras semanas de disminución.

En América del Norte, el número de casos y hospitalizaciones continúa disminuyendo en Canadá.

En el Caribe, el número de nuevos casos continúa aumentando en República Dominicana y Barbados. En las Islas Caimán se ha registrado la mayor incidencia de casos hasta la fecha, y dos tercios de estos casos han sido en personas que no están vacunadas. En Trinidad y Tabago se está produciendo un aumento drástico del número de muertes y las camas de UCI se están llenando de pacientes con COVID-19.

Sin embargo, en Centroamérica y América del Sur está disminuyendo el número de casos nuevos, a excepción de Bolivia, donde siguen en aumento. En Uruguay y Chile, tras relajarse las medidas de salud pública, también aumentó de forma pronunciada el número casos de COVID‑19, a pesar de su elevada cobertura de la vacunación.

Es importante reiterar que la pandemia de COVID-19 sigue muy activa en nuestra Región.

A medida que nos acercamos a las fiestas de fin de año, debemos recordar que depende de todos nosotros mantenernos seguros y vacunarnos y seguir las medidas de salud pública que han demostrado ser efectivas contra este virus, como el distanciamiento físico y el uso de mascarillas.

Hoy alcanzamos un hito importante: la mitad de la población de América Latina y el Caribe está completamente vacunada contra la COVID-19.

Además, esta semana llegarán a nuestra Región casi 3,5 millones de dosis de las vacunas contra la COVID-19 que nos ayudarán a llegar a más personas.

Pero muchos países siguen muy rezagados.

Menos de 20% de la población está completamente vacunada en Guatemala, Jamaica y San Vicente y las Granadinas, y la cobertura de la vacunación no alcanza los dos dígitos en Nicaragua y Haití.

Continuamos trabajando para inmunizar a toda la Región, pero hoy deseo centrar la atención sobre una consecuencia muy grave de la pandemia de COVID-19: la resistencia a los antimicrobianos.

A lo largo de esta pandemia, el uso de antimicrobianos ha alcanzado niveles sin precedentes, con posibles consecuencias graves de cara al futuro.

Los datos de hospitales de la Región muestran que entre 90 y 100% de los pacientes hospitalizados recibieron un antimicrobiano como parte de su tratamiento de la COVID-19, a pesar de que solo 7% de estos pacientes presentaban una infección secundaria que justificaba su uso.

Los antimicrobianos son medicamentos cruciales para salvar vidas, pero deben usarse de manera responsable, ya que las bacterias pueden desarrollar resistencia y hacer que sean ineficaces con el tiempo.

De hecho, esa es exactamente la situación que estamos viendo: debido al uso excesivo e indebido de antibióticos y otros antimicrobianos, corremos el riesgo de perder los medicamentos de los que dependemos para tratar infecciones comunes. En una de nuestras alertas epidemiológicas recientes se destacaba la aparición de bacterias resistentes a los antimicrobianos que constituyen el último recurso terapéutico, a un nivel de magnitud y complejidad que no se había descrito con anterioridad.

Varios países de nuestra Región, entre ellos Argentina, Uruguay, Ecuador, Guatemala y Paraguay, están informando aumentos en la detección de infecciones resistentes a los medicamentos que probablemente han contribuido al aumento de la mortalidad en pacientes hospitalizados durante la pandemia.

No olvidemos que los centros de salud se vieron desbordados por la pandemia de COVID-19. Muchas UCI operaron al doble o el triple de su capacidad. El aumento del uso de procedimientos invasivos como la intubación o el uso de respiradores, el uso de antimicrobianos y otros medicamentos, el hacinamiento y las afecciones subyacentes como la diabetes o la obesidad aumentaron el riesgo para los pacientes con infecciones bacterianas y fúngicas. Otros factores que aceleraron la propagación de infecciones fueron la poca disponibilidad de guantes y batas, y los cambios en las prácticas de limpieza y desinfección.

Los antimicrobianos también se han utilizado indebidamente fuera de los hospitales. Algunos medicamentos como la ivermectina, la azitromicina y la cloroquina fueron ampliamente utilizados como tratamientos no comprobados, incluso después de que hubiera evidencia sólida de que no tenían ningún beneficio para los pacientes con COVID-19.

Todos los profesionales de la salud deberían usar los antimicrobianos de forma responsable y prescribir antibióticos solo cuando sea necesario, porque el uso indebido de estos medicamentos es perjudicial para los pacientes y también para la salud pública. Además, los países deben asegurarse de que las personas no puedan adquirir antimicrobianos sin receta médica.

Para ayudar a mantener el poder de los antimicrobianos, necesitamos mejor vigilancia, mejor uso y mejores medicamentos.

Durante más de 25 años, la OPS ha ayudado a los países a rastrear la propagación de la resistencia a los antimicrobianos y a concientizar sobre este grave desafío.

Nos complace ver que muchos países han mantenido y ampliado sus sistemas de vigilancia durante la pandemia, y queremos alentarlos a aprovechar las redes de laboratorios para rastrear la resistencia a los antimicrobianos en el futuro.

Todavía se están utilizando antimicrobianos de forma indebida para tratar la COVID-19, por lo que los países deben promover pautas de tratamiento claras y basadas en la evidencia para que el personal médico sepa cuándo están indicados estos medicamentos.

Solo podemos evitar la propagación de la resistencia a los antimicrobianos a través de un mejor uso y de medidas de prevención y control de infecciones.

Y, por último, tenemos que invertir en medicamentos antimicrobianos nuevos y mejores. Se están desarrollando pocos antimicrobianos nuevos, a pesar de que dependemos de estos medicamentos para tratar una gran cantidad de infecciones.

De la misma manera que logramos unir nuestras capacidades para desarrollar pruebas diagnósticas y vacunas contra la COVID-19 en un tiempo récord, necesitamos compromiso y colaboración para desarrollar antimicrobianos nuevos y asequibles.

Además, cualquier medicamento nuevo debe ser accesible para todos los países, independientemente de su nivel de ingresos. Se trata de uno de los valores centrales del Fondo Estratégico de la OPS, que ayuda a los países a mantener bajo control el costo de los medicamentos y productos médicos, así como a garantizar un suministro adecuado, para que estén disponibles cuando los pacientes más los necesitan.

A lo largo de esta pandemia hemos dado por sentado el poder de los antimicrobianos.

Y, si bien pueden pasar meses o incluso años hasta que veamos todas las repercusiones de su uso indebido y excesivo, no podemos permitirnos el lujo de esperar para tomar medidas. Comencemos hoy, en vísperas de la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antimicrobianos, que es más relevante que nunca en el contexto de la pandemia de COVID-19.

Necesitamos que todos los países, sin excepción, trabajen juntos ahora para controlar el aumento de la resistencia a los antimicrobianos. Solo así podremos seguir confiando en estos medicamentos para tratar enfermedades y prevenir una crisis sin precedentes.