Rueda de prensa semanal sobre COVID-19: Palabras de apertura de la Directora, 15 de diciembre de 2021

Buenos días y gracias por participar en la rueda de prensa de hoy.

La semana pasada se notificaron más de 926.056 casos nuevos de COVID-19 en la Región de las Américas, lo que representa un aumento de 18,4% con respecto a las semanas anteriores.

En América del Norte, el número de casos está aumentando nuevamente en Estados Unidos y Canadá, a la vez que sigue disminuyendo en México.

En Centroamérica, el número de casos también ha disminuido, excepto en Panamá, donde está aumentado en forma sostenida desde hace un mes.

Parece que la situación está cambiando en América del Sur. El número de casos de COVID-19 ha disminuido en Bolivia por primera vez desde septiembre, pero ha aumentado en Ecuador, Paraguay y Uruguay, y se mantiene estable en Brasil y Perú.

En el Caribe, el número de casos por lo general ha disminuido, pero la semana pasada Trinidad y Tabago registró su mayor número semanal de casos de COVID-19 y los casos aumentaron en 66% en Santa Lucía. Las Islas Caimán notificaron la tasa de incidencia semanal de COVID-19 más alta de toda la Región de las Américas.

La COVID-19 no va a desaparecer por sí sola, sino que debemos emplear todos los recursos que tenemos para detenerla: vacunas, mascarillas, distanciamiento físico y, por supuesto, vigilancia.  

Esta es la última rueda de prensa del año, por lo que me gustaría dedicar un momento a reflexionar sobre este segundo año de pandemia, un año que nos ha marcado y nos ha dado tanto retos como motivos para la esperanza.

Desde que comenzó la pandemia, más de 98 millones de personas en la Región de las Américas han contraído la COVID-19 y más de 2,3 millones de personas han perdido la vida a causa de este virus.

Más de un tercio de todos los casos de COVID-19 y una de cada cuatro muertes conexas notificadas a nivel mundial han ocurrido aquí, en la Región de las Américas.

Y, si comparamos el 2020 con el 2021, este año fue, sin duda, peor.

En este segundo año de pandemia, el número de casos y muertes se triplicó respecto al 2020.

Los hospitales operaron por encima de su capacidad, los medicamentos y suministros esenciales escasearon, y nuestros sistemas de salud se enfrentaron a su prueba más dura hasta la fecha.

Sin embargo, aunque ha sido un año duro, hemos aprendido lo que hay que hacer para controlar este virus y, gracias a las vacunas contra la COVID-19, hemos protegido a decenas de millones de personas de las peores consecuencias del virus.

Dimos la bienvenida al 2021 sin contar aún con vacunas contra la COVID-19. Actualmente, se han administrado más de 1300 millones de dosis de las vacunas contra la COVID-19 en la Región.

Aunque el despliegue de las vacunas no ha sido tan rápido ni tan uniforme como nos hubiera gustado, actualmente 56% de la población de América Latina y el Caribe está completamente vacunada contra la COVID-19 gracias a los esfuerzos de los países y el apoyo de los donantes.

Algunos países de nuestra Región como Chile, Cuba, Uruguay y Canadá tienen algunas de las coberturas de la vacunación más altas del mundo. 

Y, sin embargo, hay millones de personas en nuestra Región que aún no han recibido una sola dosis.

La inequidad en torno a las vacunas continúa dividiendo a nuestra Región: si no abordamos estas brechas evidentes, no lograremos controlar este virus.

No hay una solución milagrosa para protegernos contra la COVID-19. Por eso debemos adoptar las nuevas herramientas y usarlas sabiamente.

Hay nuevos y prometedores medicamentos en una fase avanzada de desarrollo que pueden ayudarnos a tratar la COVID-19 y así evitar hospitalizaciones y muertes.

Si estos medicamentos son aprobados por las autoridades regulatorias, debemos estar preparados para aprovecharlos, aplicando las enseñanzas de los últimos dos años.

La primera enseñanza es que toda decisión debe basarse en la evidencia.

Instamos a los países de nuestra Región a tener en cuenta las recomendaciones de la OMS, los comités de expertos, los científicos y los reguladores, cuyo trabajo es revisar minuciosamente la seguridad y eficacia de los medicamentos y recomendar cuándo, dónde y cómo desplegarlos.

La segunda enseñanza es que debemos estar preparados para desplegar nuevas herramientas a medida que estén disponibles.

A medida que las nuevas opciones terapéuticas sean aprobadas, los países y las empresas deben trabajar juntos para garantizar que todas aquellas personas que puedan beneficiarse de estas herramientas tengan acceso oportuno a ellas, a un precio que nuestros países puedan costear.

Como hemos observado en el caso de las vacunas contra la COVID-19, los procesos de compra y suministro pueden ser obstáculos importantes que impidan que estas innovaciones lleguen a quienes más la necesitan.

Por lo tanto, no podemos ni debemos permitir que la historia se repita.

Debemos comenzar a trabajar ahora para ampliar la capacidad de producción de estas herramientas que salvan vidas, también en nuestra propia Región, para que los países no sigan dependiendo de la importación de productos farmacéuticos. 

Si bien es alentador que algunas de las empresas que están desarrollando nuevos antivirales contra la COVID-19 se hayan comprometido a establecer precios asequibles para sus productos en los países más pobres del mundo, nos preocupa que muchos de los países más afectados por la COVID-19, entre ellos muchos países de nuestra Región, no cumplan los requisitos para beneficiarse de ello.

Si no reciben más apoyo, muchos de nuestros países se quedarán atrás.

La OPS está siguiendo esta situación de cerca y está preparada para apoyar a los países, las organizaciones internacionales, las empresas y los asociados a fin de que encuentren soluciones alternativas que garanticen el acceso a futuras opciones terapéuticas contra la COVID-19, incluidos los antivirales.

Esta Región cuenta con experiencia técnica y con una capacidad de producción bien establecida, una sólida infraestructura regulatoria y un mecanismo efectivo de compras mancomunadas, nuestro Fondo Estratégico, que si lo aprovechamos bien puede ayudarnos a acelerar el acceso a las tecnologías contra la COVID‑19.

Pero, para que este esfuerzo regional tenga éxito, necesitamos que las empresas abran estas tecnologías y recursos a todos los países a medida que estén disponibles, como gesto de buena voluntad, para que la Región de las Américas no se quede atrás.

Una de las enseñanzas más importantes de esta pandemia es la importancia de la solidaridad y de la colaboración.

La colaboración efectiva entre los países permitió desarrollar vacunas en un tiempo récord, detectar rápidamente las variantes y ajustar la respuesta de los países en función de la evidencia más reciente disponible.

Cada vez que trabajamos juntos, logramos nuevos avances.

Pero cuando los países trabajaron individualmente, sin compartir innovaciones ni recursos, se creó la situación perfecta para que la pandemia prosperara.

Colaborar es un eje fundamental de la estrategia para derrotar esta pandemia.

Por eso quiero concluir mis observaciones de hoy con un agradecimiento especial a los periodistas que están participando y que han participado en las ruedas de prensa durante este año, así como a todos los periodistas que cubren la compleja situación de la pandemia de COVID-19.

Al transmitir la información, ustedes han ayudado a las personas de todo el mundo a comprender la evidencia más reciente sobre cómo protegerse a sí mismas y a sus seres queridos.

Esperamos comenzar el 2022 con ese mismo espíritu de colaboración y con energía renovada para derrotar a la COVID-19.