Tal como fueron preparadas para su discurso
Buenos días y gracias por unirse a mi primera conferencia de prensa como Director de la Organización Panamericana de la Salud.
Ustedes, los periodistas, son socios fundamentales para apoyar el logro de nuestros objetivos en salud. Me alegra ver a tantos de ustedes conectados.
Quisiera también agradecerles su apoyo durante los últimos años y decirles que mi intención es continuar este diálogo abierto con ustedes en el futuro.
Al asumir el cargo de Director de la OPS, uno de mis objetivos principales es ayudar a los países de las Américas a superar la pandemia de COVID-19.
Hace poco más de tres años, el 26 de febrero del 2020, se confirmó el primer caso de COVID-19 en América Latina, en Brasil.
Desde entonces, la región de las Américas tuvo más de 190 millones de casos (25% del total mundial) y más de 2,9 millones de muertes, (casi el 43% del total mundial).
Ningún país del mundo estaba totalmente preparado para el impacto de este virus. Este es sin duda el caso de las Américas, una región marcada por las inequidades.
Si bien no estamos totalmente fuera de peligro, nos encontramos en una situación mucho mejor. Hoy, la incidencia de COVID-19 es entre 20 y 30 veces inferior a la de hace un año.
La OPS desempeñó un papel clave para ayudar a los países a mitigar los impactos de la pandemia, proporcionando orientación técnica, vacunas, pruebas diagnósticas, oxígeno, tratamientos y otros recursos que salvan vidas.
Entre algunos ejemplos puedo mencionar que:
- Creamos la Red Regional de Vigilancia Genómica de COVID-19, aumentando la capacidad en al menos 6 países para hacer secuenciación genética por primera vez.
- Esto facilitó la carga de más de 580.000 secuencias de América Latina y el Caribe en las bases de datos mundiales.
- Esta Red es un activo que permite a los países monitorear el virus que causa la COVID-19, pero también otros patógenos con potencial pandémico, incluida la influenza aviar.
- También movilizamos más de 160 millones de dosis de vacunas a través de COVAX y ayudamos a los países de América Latina y el Caribe a administrar más de 1.300 millones de dosis en menos de dos años.
- No se trata de una hazaña menor: las Américas es ahora la región con el segundo nivel más alto de cobertura de vacunación COVID-19 en el mundo: con el 71%.
Pero la COVID-19 sigue entre nosotros, y el virus aún tiene que asentarse en un patrón predecible. Sólo en el último mes, hemos visto más de 1,5 millones de nuevos casos en nuestra región, y 17.000 muertes.
No podemos bajar la guardia. Mientras aprendemos a convivir con este virus, los países deben:
- Mantener y seguir reforzando la vigilancia. Sabemos que el virus puede evolucionar y adaptarse rápidamente. El riesgo de nuevas variantes es real. Las tasas de detección han disminuido, pero debemos mantener la vigilancia y comunicar esta información a la OPS y a los mecanismos globales.
- Continuar implementando programas de vacunación contra COVID-19, llegando al 30% que aún no ha recibido su serie primaria. La aplicación de los refuerzos también sigue disminuyendo, cuando son esenciales para prepararnos para cualquier nueva ola de infección o nueva variante de preocupación. Las vacunas están ahora disponibles, por lo que debemos actuar con determinación para llegar a todas y cada una de las personas.
- Seguir abogando por un acceso más equitativo a los medicamentos y las vacunas, utilizando la ciencia y la innovación. América Latina y el Caribe sigue importando 10 veces más productos farmacéuticos de los que exporta. Fortalecer la capacidad regional para producir vacunas de ARN mensajero, por ejemplo, puede ayudar a nuestros países a manejar mejor la COVID-19 y otras emergencias en el largo plazo.
Contamos con las herramientas para terminar con la emergencia de la COVID-19, fortaleciendo la vigilancia y los datos, y aumentando la cobertura de vacunación, con la equidad siempre en el centro de nuestros esfuerzos.
Nuestra región experimentó retrocesos en los indicadores de salud en los últimos tres años que han revelado o exacerbado debilidades en nuestros sistemas de salud: en la detección y el tratamiento de enfermedades como la tuberculosis y el VIH; en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades no transmisibles; y en la disminución de las tasas de vacunación de rutina.
Tres años después, la pandemia nos brinda una oportunidad única para colocar la salud en el lugar que le corresponde: en el centro de la agenda de desarrollo sostenible.
Debemos centrarnos en recuperar las pérdidas y en reconstruir sistemas de salud resilientes que funcionen para todos, así como también prepararnos mejor ante futuras amenazas.
Esto requerirá un aumento del gasto público para ampliar el acceso a servicios de salud de calidad, especialmente a las poblaciones más vulnerables; inversiones en atención primaria de salud; y la creación de capacidades para asegurar una fuerza laboral de salud suficiente y adecuadamente formada.
La OPS está lista para apoyar a los países en las Américas, a aprender y aplicar las lecciones aprendidos de la pandemia de COVID-19.
Muchas gracias
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