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Al dirigir nuestra atención a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y elaborar planes de acción multisectoriales, debemos reconocer todos juntos la necesidad de dar un mayor énfasis al bienestar humano y lograr que el crecimiento económico se traduzca en progreso para todos. Nuestras decisiones en materia de políticas públicas deben fundamentarse en una evaluación de sus repercusiones en la población que vive en condiciones de vulnerabilidad y en las diferentes dimensiones del bienestar, así como en sus consecuencias distributivas.
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