El cambio climático es un asunto no solo ambiental, sino también de justicia social. La magnitud y naturaleza de los cambios observados en las variables de tiempo meteorológico y clima están llevando a exposiciones, vulnerabilidades y riesgos de salud diferenciales que incrementan la sobrecarga de los sistemas de salud y exacerban las inequidades sanitarias existentes, a la vez que generan nuevas inequidades. Los proyectos nacionales y locales de adaptación al cambio climático para proteger la salud humana ponen de manifiesto que la creación de alianzas entre diferentes sectores y en distintos niveles es fundamental para lograr que haya sistemas de salud y comunidades capaces de recuperarse de los efectos del clima.
El fortalecimiento de las intervenciones de salud en curso y la aplicación de nuevas intervenciones, tales como el uso de información de tipo ambiental para crear sistemas de alerta temprana, pueden ser eficaces para proteger a los grupos más vulnerables. Sin embargo, no todos los riesgos previstos en relación con el cambio climático pueden evitarse por medio de políticas y programas climáticos, de manera que el fortalecimiento de los sistemas de salud también es fundamental. La aplicación de una óptica de inequidad sanitaria puede reducir las vulnerabilidades actuales y al mismo tiempo crear capacidad de recuperación frente a los efectos del cambio climático a más largo plazo. Si las sociedades han de prepararse para los retos que se avecinan y hacerles frente de una manera eficaz, es imprescindible que se tengan en cuenta las inequidades.
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