Los errores están presentes en todas las actividades del ser humano ya que forman parte inseparable de nuestra naturaleza. Aun cuando puedan pasar desapercibidos, en cada una de las acciones que realizamos cotidianamente estamos expuestos a cometer errores y de hecho ocurren muy frecuentemente. Encaramos múltiples situaciones y tareas, tomamos decisiones, emitimos juicios y en cualquiera de esos procesos cometemos errores. Es habitual que al equivocarnos sigamos suponiendo que nuestra acción, juicio o hipótesis son correctos, y esa creencia continuará hasta que no nos percatemos del error. Es en ese momento que se pueden dar los pasos para corregirlo, pero en muchas ocasiones el error es irreparable y entonces el único, y necesario, beneficio será aprender de él y prevenir errores similares en el futuro. Este tema ha merecido múltiples estudios en distintas disciplinas pero aún persisten varios interrogantes acerca de porqué cometemos errores con frecuencia ya que los mecanismos son ciertamente complejos. Las investigaciones se han orientado principalmente hacia dos ejes, el factor humano y la psicología cognitive [...] Aunque es posible utilizar los niveles de estas clasificaciones en forma simultánea, el foco primario será diferente según la experiencia o cuan experto es uno en ese campo. Cuanto más experto sea, van a predominar las habilidades y la experiencia por sobre el conocimiento. Los expertos tienen un número significativamente mayor de mecanismos esquemáticos y de resolución de problemas mediante reglas o normas, y esos mecanismos están formulados en un nivel más abstracto. Suele asociarse el concepto de experto con el de inteligencia o con un gran caudal de conocimientos. Sin embargo no es siempre así, porque un experto puede ser alguien que conoce muy bien una sola actividad que ejerce casi en forma automática y eso motiva que cometa menos errores.
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