La cohesión social se entiende como la capacidad de una sociedad de generar vínculos de pertenencia y solidaridad entre sus miembros, promoviendo la inclusión activa de todas las personas en la vida comunitaria. Por este motivo, se asocia a la capacidad de garantizar el bienestar y la justicia social, minimizando y/o eliminando la marginación y las inequidades entre grupos sociales, territorios y personas.
Reconocida como un importante determinante social de la salud, la cohesión social se relaciona con mejores indicadores de mortalidad, violencia y prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles, entre otros. Por ejemplo, en el ámbito de los barrios existe evidencia de que una mayor cohesión social contribuye a mitigar los efectos de los acontecimientos vitales estresantes, por lo que repercute positivamente en la salud mental de las personas en todas las franjas de edad. Otros ejemplos recientes los encontramos en la pandemia de COVID-19. Las comunidades con más redes de apoyo, participación comunitaria y cuidado colectivo tuvieron mejor respuesta a la pandemia en términos de morbimortalidad y equidad.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) hace un llamado a impulsar la cohesión social, fortaleciendo el involucramiento activo de las personas en la vida comunitaria y en las decisiones colectivas, ampliando su impacto y promoviendo el intercambio de experiencias, desafíos y logros en la construcción de sociedades más saludables, equitativas y cohesionadas en la región de las Américas.