Día Mundial Sin Tabaco - 31 de mayo 2023

Cultivemos alimentos, no tabaco

El cultivo de tabaco es perjudicial para nuestra salud, la de los agricultores y la del planeta. La industria tabacalera interfiere en los intentos de sustituir el cultivo de tabaco, con lo que contribuye a la crisis alimentaria mundial.

Esta campaña pretende animar a los gobiernos a poner fin a las subvenciones al cultivo de tabaco y utilizar los recursos ahorrados para ayudar a los agricultores a cambiar a cultivos más sostenibles que mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición. 

Objetivos de la campaña

  1. Movilizar a los gobiernos para que pongan fin a las subvenciones al cultivo de tabaco y destinen los recursos ahorrados a programas de sustitución de cultivos que ayuden a los agricultores a realizar la transición y mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición;
  2. Concienciar a las comunidades dedicadas al cultivo de tabaco sobre las ventajas de abandonar el tabaco y dedicarse a cultivos sostenibles;
  3. Apoyar la lucha contra la desertificación y la degradación del medio ambiente mediante la reducción del cultivo de tabaco;
  4. Denunciar las maniobras de la industria para obstaculizar el trabajo orientado a unos medios de vida sostenibles.

La variable clave para medir el éxito de la campaña sería el número de gobiernos que se comprometieran a poner fin a las subvenciones al cultivo de tabaco.

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 MENSAJE DEL DR. JARBAS BARBOSA, DIRECTOR DE LA OPS

 

 

 

 

 

Llamamientos a la acción

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Los gobiernos deberían acelerar la aplicación de los artículos 17 y 18 del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT de la OMS) y sus directrices, donde se señala de qué maneras pueden respaldar a los agricultores ofreciéndoles asesoramiento técnico sobre agricultura, poniéndoles en contacto con los proveedores de suministros y servicios necesarios para producir, ofreciéndoles ayuda financiera para aumentar la producción de alimentos saludables y favoreciendo la sustitución del tabaco por cultivos alternativos. 

  • Buscar respaldo político para los programas que ayuden a los agricultores a transitar hacia a otros medios de subsistencia.
  • Conceder subvenciones para la adquisición de suministros (semillas de calidad, fertilizantes o equipos agrícolas) durante las primeras etapas de la nueva actividad a fin de incentivar a los agricultores a realizar ese cambio, y mantenerlas hasta que dispongan de los medios financieros suficientes para dedicarse sin ayuda a su nueva actividad. Cabe tener muy en cuenta que los suministros son un factor clave que inclina a los agricultores a firmar contratos con empresas compradoras de hojas de tabaco. 
  • Ofrecer servicios de extensión en forma de capacitación y asesoramiento técnico sobre agricultura, así como ayuda a los agricultores para acceder a los suministros y servicios que necesiten para producir, y con ello incrementar sus ingresos. 
  • Poner en marcha programas que favorezcan el contacto entre los agricultores y los compradores de cultivos sanos, resistentes, locales y sostenibles, a fin de que puedan contar con un mercado viable cuando abandonen el tabaco.
  • Respaldar el desarrollo de cooperativas de agricultores que ayuden a crear un mecanismo sólido de intercambio de información y de transmisión de conocimientos, y que mitiguen el riesgo de transitar hacia cultivos distintos del tabaco.
  • Apoyar las estrategias de diversificación que estén impulsadas por la demanda y aplicar políticas que se basen en la dinámica del mercado.
  • Responsabilizar a la industria tabacalera de los riesgos que representa para el medio ambiente y de los efectos que provoca el cultivo y la fabricación de tabaco en la salud.
  • Impulsar la colaboración entre los departamentos gubernamentales de salud pública y los funcionarios de las administraciones locales para concienciar a los agricultores sobre las ventajas de abandonar el tabaco y sobre las alternativas existentes.
  • Alentar el surgimiento de líderes comunitarios que promuevan el cambio.

Aquí (en inglés) puede encontrar más información sobre las iniciativas que pueden llevar a cabo los países para aplicar el artículo 17.

 

Los gobiernos deben reconocer la carga adicional que supone para los países de ingreso bajo y mediano el cultivo de tabaco destinado a su consumo en países de ingreso alto. Los países de ingreso alto que importan tabaco deben incorporar medidas de control del tabaco en sus estrategias de cooperación para el desarrollo, en particular para ofrecer a los productores unos medios de subsistencia alternativos. Asimismo, deben respaldar las iniciativas destinadas a desarrollar unos medios de subsistencia alternativos al cultivo de tabaco que estén en consonancia con otros compromisos adquiridos en materia de apoyo a la salud, el medio ambiente y  las economías de los países de ingreso bajo y mediano y menos adelantados. 

Los grupos de defensa deben elaborar y compartir documentos sobre las mejores prácticas mundiales y regionales, así como programas educativos y campañas informativas respaldadas por datos y pruebas, a fin de impedir cualquier intento de desinformación a los agricultores por parte de la industria tabacalera y  para poner a disposición de todos los trabajadores del tabaco alternativas viables que les permitan cambiar a otros medios de subsistencia sostenibles. Además, pueden informar a los agricultores acerca de los efectos negativos que provoca el cultivo de tabaco en la salud, el medio ambiente, la sociedad y la economía.

Hay una serie de iniciativas gubernamentales enmarcadas en el Programa India Digital que pueden utilizarse para formar y concienciar a los agricultores de tabaco y para defender sus intereses, por ejemplo, «Aldea Digital» (Digital Village), «Centros de servicios comunes» (Common Service Centres), «Cibersalud» (e-Health) y «Cibereducación» (e-education), entre otros.

Se alienta a los defensores de derechos a criticar públicamente al gobierno por apoyar la producción de tabaco en los países de ingreso bajo y mediano bajo y menos adelantados, sobre todo en aquellos que padecen problemas de inseguridad alimentaria y contribuyen a la crisis alimentaria mundial. También se los alienta a criticar al gobierno por no llevar a la práctica su discurso sobre el control del tabaco al no introducir en las iniciativas de cooperación para el desarrollo el fomento de medios de subsistencia alternativos.

Las organizaciones de la sociedad civil pueden mostrar cómo actúa la industria para impedir que los agricultores de tabaco transiten hacia medios de subsistencia alternativos, así como para disfrazar sus prácticas con un falso ecologismo

Las entidades de microfinanciación pueden velar por que los programas de crédito rural ofrezcan unas buenas condiciones a los agricultores de tabaco que deseen cambiar de actividad, a fin de que puedan adquirir los insumos necesarios para cultivar otros productos.

Los organismos de las Naciones Unidas deben colaborar para tratar de alcanzar las metas de los ODS 2.1, 2.2, 2.3 y 2.4 (mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición), 3a (implementar el CMCT de la OMS), 13  (combatir el cambio climático) y 17 (fortalecer la alianza para el desarrollo sostenible). Esto puede lograrse creando unos ecosistemas de producción y comercialización de cultivos que faciliten a los agricultores la sustitución del tabaco por otros productos.

Los agentes del mercado del sector privado pueden ayudar a conformar un mercado de cultivos alternativos sostenible incentivando que los agricultores cambien de cultivo, y para ello pueden brindar apoyo a lo largo de toda la cadena de valor, por ejemplo, en la compra de insumos, la manipulación posterior a la cosecha, la agregación y la entrega.

Preguntas y respuestas

 

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En el mundo hay 349 millones de personas de 79 países que se enfrentan a una inseguridad alimentaria aguda, una cifra sin precedentes. Muchas de esas personas residen en países de ingreso bajo y mediano, y más de 30 de esos países están en el continente africano. Otra característica que comparten muchos de esos países es que destinan grandes extensiones de tierra fértil a cultivar tabaco, en lugar de destinarlas a producir alimentos sanos. A menudo, los países productores de tabaco deben afrontar repercusiones económicas negativas debidas a los perjuicios sanitarios, ambientales y sociales que provoca el cultivo de este producto. En muchos casos, las divisas que se obtienen mediante las exportaciones de tabaco se utilizan para importar alimentos. El cultivo de tabaco deteriora la salud de los agricultores y provoca la pérdida irreversible de valiosos recursos ambientales, como fuentes de agua y bosques.

 

Hay más de 124 países que producen tabaco como cultivo comercial, y destinan a esa actividad una superficie estimada de 3,2 millones de hectáreas de tierra fértil.

Los tres principales productores de hoja de tabaco (China, el Brasil y la India, por orden de producción) concentran más del 60% de la producción mundial. A medida que se endurecen las normativas de los países de ingreso mediano y alto, las empresas tabacaleras se dirigen cada vez más a los países africanos para aumentar su producción de hoja de tabaco.

  • La enfermedad del tabaco en verde. Uno de cada cuatro agricultores de tabaco padece la enfermedad del tabaco en verde, que consiste en una intoxicación por nicotina. Esta enfermedad está causada por la absorción de nicotina a través de la piel durante la manipulación de las hojas de tabaco. Provoca síntomas como náuseas, vómitos, mareos, dolores de cabeza, aumento de la sudoración, escalofríos, dolor abdominal, diarrea, debilidad y disnea, entre otros.  
  • Exposición a sustancias químicas pesadas y a la nicotina. Los agricultores de tabaco se exponen cada día al polvo que desprende este producto y a plaguicidas químicos. Un agricultor que planta, cultiva y cosecha tabaco puede llegar a absorber diariamente la nicotina equivalente a 50 cigarrillos. Además, habitualmente estos agricultores trasladan sustancias nocivas a sus hogares por medio de su cuerpo, la ropa o el calzado, lo que somete a sus familiares, sobre todo los niños, a exposiciones secundarias nocivas.  
  • Afecciones pulmonares crónicas. Por otro lado, los agricultores de tabaco inhalan grandes cantidades de humo de este producto durante el proceso de curado, lo que incrementa el riesgo de padecer afecciones pulmonares crónicas y otros problemas de salud. 
  • Poblaciones vulnerables especialmente expuestas a riesgos. Es habitual que la mano de obra del sector tabacalero esté compuesta principalmente por mujeres y niños. En consecuencia, también son ellos quienes se ven más afectados por los riesgos sanitarios derivados de la manipulación de las hojas de tabaco en verde y de sustancias químicas pesadas, así como de la exposición al humo de tabaco que desprende el proceso de curado. Los niños son especialmente vulnerables a estos riesgos, habida cuenta de la relación de proporción existente entre su peso corporal y la cantidad de nicotina que absorben a través de la piel. Las mujeres embarazadas también se ven afectadas de manera desproporcionada por los efectos nocivos del cultivo de tabaco y corren un mayor riesgo de aborto. Las personas que se dedican a liar bidis (cigarrillos liados a mano), especialmente las mujeres y los niños, inhalan el polvo del tabaco al que se exponen cuando lo almacenan en casa o mientras lían, lo que les provoca enfermedades respiratorias y otros problemas de salud. 
  • Uso intensivo de plaguicidas. El cultivo de tabaco consume muchos recursos y requiere un uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes, unos productos que contribuyen a la degradación del suelo. Estas sustancias químicas llegan al medio acuático, de manera que contaminan los lagos, los ríos y el agua potable. Las tierras que se dedican a cultivar tabaco pierden capacidad para producir después otros cultivos, entre ellos los alimentarios, ya que el tabaco reduce drásticamente la fertilidad del suelo. 
  • Deforestación. El cultivo de tabaco provoca alrededor del 5% de la deforestación total, y por tanto también contribuye a la emisión de CO2 y al cambio climático. Para incrementar la superficie destinada a cultivar tabaco es necesario talar los árboles y desbrozar la tierra. De manera aproximada, se necesita un árbol para producir 300 cigarrillos. Todo ello provoca desertificación y hambre, ya que en algunas de estas regiones hay poca tierra fértil apta para cultivar alimentos. Cada año se talan alrededor de 200 000 hectáreas de tierra para dedicarlas al cultivo y el curado de tabaco, lo que equivale a casi la mitad de la superficie de Cabo Verde (403 000 hectáreas).  
  • Pérdida de biodiversidad. El cultivo de tabaco favorece la fragmentación del hábitat, ya que, al destruirlo parcialmente, este se ve reducido a zonas de menor tamaño inconexas entre sí, lo que puede deteriorar los ecosistemas y contribuir a la pérdida de biodiversidad. El cultivo de tabaco también se relaciona con la degradación de la tierra o la desertificación en forma de erosión del suelo, la reducción de la fertilidad y la productividad del suelo, y la alteración de los ciclos del agua. La lixiviación de sustancias químicas en las fuentes de agua cercanas mata a los peces y afecta a las personas y los animales, incluido el ganado, que utilizan estas aguas para fines domésticos y para beber.  
  • Escasez de tierras de calidad. En los países de ingreso bajo y mediano la tierra de calidad se destina cada vez más al cultivo de tabaco, lo que reduce la superficie disponible para cultivar productos que permitan alimentar a la población.  
  • Escasez de alternativas. La ausencia de mercados fuertes y seguros, en comparación con el tabacalero, combinada con la falta de apoyo gubernamental para abandonar el cultivo de tabaco, hace que las opciones de cultivos alternativos sean a veces escasas. 
  • Degradación del suelo. La planta del tabaco y las sustancias químicas que requiere su cultivo degradan el suelo. En consecuencia, al cultivar tabaco el suelo pierde los nutrientes necesarios para dedicarlo a una agricultura productiva, lo que dificulta el intercalado de cultivos o la coexistencia próxima del tabaco con otros cultivos. 
  • Intensidad del cultivo. El tabaco es un cultivo intensivo en mano de obra que tarda hasta 9 meses en madurar, lo que dificulta que los pequeños agricultores produzcan cultivos alimentarios durante el mismo año.  
  • Endeudamiento. Para cultivar tabaco se necesitan suministros y servicios al comienzo de cada temporada, por ejemplo, semillas y fertilizantes. La industria tabacalera adelanta los fondos para afrontar estos costos, y luego los deduce del pago que realiza al final de la temporada. Este proceso termina en una relación de dependencia y endeudamiento de los agricultores con las empresas tabacaleras multinacionales o con los comerciantes intermediarios.
  • Valoración a la baja de la calidad y el precio de la hoja del tabaco. A menudo, las grandes empresas multinacionales contratan a pequeños agricultores de tabaco de países de ingreso bajo y mediano por medio de unos acuerdos legales que ponen las valoraciones del precio y la calidad en manos del comprador, algo que deja a los agricultores poco margen de negociación. Las empresas tabacaleras multinacionales reducen a la fuerza sus costos valorando a la baja la calidad de la hoja de tabaco de los agricultores, y por tanto también su precio. Los contratistas también determinan el costo de los insumos, que inevitablemente están inflados, lo que supone otro perjuicio para los agricultores. 
  • Intensidad de mano de obra. El tabaco es un cultivo intensivo en mano de obra que obliga a los agricultores y sus familias a dedicar la mayor parte del día a sus plantaciones. La intensidad de la mano de obra requerida para el cultivo del tabaco, que está bien documentada, explica en gran medida por qué los pequeños agricultores de tabaco suelen ganar muy poco teniendo en cuenta sus esfuerzos. Cuando se incluyen todos los días trabajados por cada miembro del hogar que interviene, los estudios muestran que el cultivo del tabaco es menos rentable que otras plantaciones. Las investigaciones realizadas en varios países sugieren que esta mano de obra sería más valiosa cultivando otros productos. 
  • Costos de los insumos. Los costos de las semillas, los fertilizantes, la leña y el alquiler o la compra de tierras son elevados, y tampoco suelen tenerse en cuenta a la hora de evaluar la rentabilidad del cultivo de tabaco. 
  • Costos de la atención sanitaria. El cultivo de tabaco provoca a los agricultores unos problemas de salud que podrían ser exclusivos de esta actividad, como la enfermedad del tabaco en verde, lo que incrementa los costos generales de la atención sanitaria de los hogares.  

Atrapar a los agricultores en un ciclo de endeudamiento. La industria tabacalera mantiene a los agricultores en una relación de dependencia ofreciéndoles incentivos. Tales incentivos pueden tener forma, por ejemplo, de préstamos o de suministros necesarios para cultivar tabaco, como semillas y productos agroquímicos. A menudo, los arreglos contractuales que alcanzan los agricultores con la industria tabacalera les impide vender su producto a un precio equitativo, y les deja atrapados en un círculo vicioso de endeudamiento. Las empresas tabacaleras pueden llevar a cabo estas prácticas porque los agricultores no tienen acceso a créditos rurales.

 

  • Disfraza sus estrategias con un falso ecologismo.  En 2022, Philip Morris International (PMI) lanzó un programa de deforestación cero y de no conversión de ecosistemas naturales destinado a preservar los hábitats, en particular los enclaves de importancia mundial para conservar la biodiversidad y las áreas protegidas. Mientras tanto, el tabaco provoca alrededor del 5% de la deforestación total.
  • Aprueba planes de responsabilidad corporativa. La industria tabacalera ha creado una serie de organizaciones y programas destinados a fortalecer los medios de subsistencia de las comunidades productoras de tabaco, y para ello ofrecen métodos de diversificación de cultivos y planes que tienen por objetivo mejorar el nivel de vida de los agricultores. La introducción de nuevos cultivos a la vez que se mantiene el cultivo de tabaco no elimina los riesgos que provoca este último. Estas iniciativas desvían la atención pública de los costos reales derivados del cultivo de tabaco, como los resultados de salud desfavorables, la degradación ambiental y la pobreza, entre otros.
  • Aparenta proteger a los niños mientras perpetúa el trabajo infantil. Se calcula que en todo el mundo hay 1,3 millones de niños que participan en tareas relacionadas con el cultivo de tabaco. Los niños de hogares pobres se ausentan de la escuela para ayudar a sus familias, y con ello incrementar sus ingresos. A menudo, estas tareas incluyen mezclar y aplicar plaguicidas, cosechar a mano hojas de tabaco y atarlas a palos para secarlas, y seleccionar y clasificar el tabaco seco, unos trabajos que los expone a sustancias químicas nocivas y a la nicotina. No obstante, la industria tabacalera transmite la falsa impresión de luchar contra el trabajo infantil llevando a cabo las denominadas iniciativas de responsabilidad social corporativa, y ofreciendo información de su propia elaboración sobre sus medidas contra el trabajo infantil, que se basan en gran parte en la Fundación para la Erradicación del Trabajo Infantil en el Cultivo de Tabaco (ECLT). Algunos de los integrantes de esta entidad son miembros de los consejos ejecutivos de Japan Tobacco International (JTI), Imperial Brands y British American Tobacco (BAT), entre otras compañías.
  • Presiona a los responsables de formular políticas. La industria tabacalera se opone a las medidas de control del tabaco, entre ellas el aumento de los impuestos sobre este producto, dando a entender que lo hace para proteger a los trabajadores frente a las graves dificultades del cultivo de tabaco y la caída de la economía. En realidad, el descenso del consumo de tabaco es lo suficientemente lento como para que los agricultores tengan tiempo para diversificar su actividad hacia otros cultivos.
  • Los gobiernos de muchos países productores de tabaco conceden subvenciones directas a los agricultores de este producto. En una serie de países resulta fácil obtener préstamos (o seguros) orientados a los cultivos de tabaco, en algunos casos sin ofrecer ninguna garantía.
  • Habitualmente, las subvenciones directas empujan a los agricultores a dedicarse al cultivo de tabaco, quienes toman sus decisiones pensando únicamente en esas subvenciones. El resultado de ello es que se produce más tabaco del que puede absorber el mercado libre. De este modo, no solo se socavan los medios de subsistencia de los agricultores, sino que también se incrementan los gastos públicos y se reducen los precios del tabaco.
  • Según los datos disponibles de la Organización Mundial del Comercio, hay una serie de países que ofrecen subvenciones directas al tabaco, entre ellos algunos de ingreso alto, como los Estados Unidos y Suiza (142,8 millones de dólares y 4,57 millones de dólares [4,2 millones de francos suizos] en 2021, respectivamente). En 2020, el Gobierno de Macedonia gastó alrededor de 32 millones de dólares (30 millones de euros) en subvenciones al tabaco.
  • Los fondos que los gobiernos destinan a apoyar la producción de tabaco podrían usarse de forma más eficiente dedicándolos a fomentar la producción de alimentos.

«Agricultura sin tabaco» (Tobacco-Free Farms) es una iniciativa conjunta que han puesto en marcha en Kenya la Organización Mundial de la Salud, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación en colaboración con los Ministerios de Salud y de Agricultura. Con ella se pretende crear un ecosistema de producción y comercialización de cultivos propicio y favorable para que los agricultores vayan sustituyendo el cultivo de tabaco por otros medios de subsistencia. Alrededor de 1500 agricultores se han pasado al cultivo de frijoles con alto contenido en hierro, pero hay otras buenas alternativas al tabaco, como el sorgo, el mijo y la batata. Se puede encontrar más información sobre esta iniciativa aquí (en inglés).

Los gobiernos deberían acelerar la aplicación de los artículos 17 y 18 del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT de la OMS) y sus directrices, donde se señala de qué maneras pueden respaldar a los agricultores ofreciéndoles asesoramiento técnico sobre agricultura, poniéndoles en contacto con los proveedores de suministros y servicios necesarios para producir, ofreciéndoles ayuda financiera para aumentar la producción de alimentos saludables y favoreciendo la sustitución del tabaco por cultivos alternativos.

  • Buscar respaldo político para los programas que ayuden a los agricultores a transitar hacia a otros medios de subsistencia
  • Conceder subvenciones para la adquisición de suministros (semillas de calidad, fertilizantes o equipos agrícolas) durante las primeras etapas de la nueva actividad a fin de incentivar a los agricultores a realizar ese cambio, y mantenerlas hasta que dispongan de los medios financieros suficientes para dedicarse sin ayuda a su nueva actividad. Cabe tener muy en cuenta que los suministros son un factor clave que inclina a los agricultores a firmar contratos con empresas compradoras de hojas de tabaco.
  • Ofrecer servicios de extensión en forma de capacitación y asesoramiento técnico sobre agricultura, así como ayuda a los agricultores para acceder a los suministros y servicios que necesiten para producir, y con ello incrementar sus ingresos.
  • Poner en marcha programas que favorezcan el contacto entre los agricultores y los compradores de cultivos sanos, resistentes, locales y sostenibles, a fin de que puedan contar con un mercado viable cuando abandonen el tabaco.
  • Respaldar el desarrollo de cooperativas de agricultores que ayuden a crear un mecanismo sólido de intercambio de información y de transmisión de conocimientos, y que mitiguen el riesgo de transitar hacia cultivos distintos del tabaco.
  • Apoyar las estrategias de diversificación que estén impulsadas por la demanda y aplicar políticas que se basen en la dinámica del mercado.
  • Responsabilizar a la industria tabacalera de los riesgos que representa para el medio ambiente y de los efectos que provoca el cultivo y la fabricación de tabaco en la salud.
  • Impulsar la colaboración entre los departamentos gubernamentales de salud pública y los funcionarios de las administraciones locales para concienciar a los agricultores sobre las ventajas de abandonar el tabaco y sobre las alternativas existentes.
  • Alentar el surgimiento de líderes comunitarios que promuevan el cambio.

 

 Aquí (en inglés) puede encontrar más información sobre las iniciativas que pueden llevar a cabo los países para aplicar el artículo 17.

Gobiernos de países que no cultivan tabaco y solo importan su hoja.  Los gobiernos deben reconocer la carga adicional que supone para los países de ingreso bajo y mediano el cultivo de tabaco destinado a su consumo en países de ingreso alto. Los países de ingreso alto que importan tabaco deben incorporar medidas de control del tabaco en sus estrategias de cooperación para el desarrollo, en particular para ofrecer a los productores unos medios de subsistencia alternativos. Asimismo, deben respaldar las iniciativas destinadas a desarrollar unos medios de subsistencia alternativos al cultivo de tabaco que estén en consonancia con otros compromisos adquiridos en materia de apoyo a la salud, el medio ambiente y  las economías de los países de ingreso bajo y mediano y menos adelantados.

Grupos de defensa en los países productores de tabaco. Los grupos de defensa deben elaborar y compartir documentos sobre las mejores prácticas mundiales y regionales, así como programas educativos y campañas informativas respaldadas por datos y pruebas, a fin de impedir cualquier intento de desinformación a los agricultores por parte de la industria tabacalera y  para poner a disposición de todos los trabajadores del tabaco alternativas viables que les permitan cambiar a otros medios de subsistencia sostenibles. Además, pueden informar a los agricultores acerca de los efectos negativos que provoca el cultivo de tabaco en la salud, el medio ambiente, la sociedad y la economía.

Hay una serie de iniciativas gubernamentales enmarcadas en el Programa India Digital que pueden utilizarse para formar y concienciar a los agricultores de tabaco y para defender sus intereses, por ejemplo, «Aldea Digital» (Digital Village), «Centros de servicios comunes» (Common Service Centres), «Cibersalud» (e-Health) y «Cibereducación» (e-education), entre otros.

Defensores de derechos en los países importadores de tabaco. Se alienta a los defensores de derechos a criticar públicamente al gobierno por apoyar la producción de tabaco en los países de ingreso bajo y mediano bajo y menos adelantados, sobre todo en aquellos que padecen problemas de inseguridad alimentaria y contribuyen a la crisis alimentaria mundial. También se los alienta a criticar al gobierno por no llevar a la práctica su discurso sobre el control del tabaco al no introducir en las iniciativas de cooperación para el desarrollo el fomento de medios de subsistencia alternativos.

Sociedad civil. Las organizaciones de la sociedad civil pueden mostrar cómo actúa la industria para impedir que los agricultores de tabaco transiten hacia medios de subsistencia alternativos, así como para disfrazar sus prácticas con un falso ecologismo.

Entidades de microfinanciación. Las entidades de microfinanciación pueden velar por que los programas de crédito rural ofrezcan unas buenas condiciones a los agricultores de tabaco que deseen cambiar de actividad, a fin de que puedan adquirir los insumos necesarios para cultivar otros productos.

Organismos de las Naciones Unidas. Los organismos de las Naciones Unidas deben colaborar para tratar de alcanzar las metas de los ODS 2.1, 2.2, 2.3 y 2.4 (mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición), 3a (implementar el CMCT de la OMS), 13  (combatir el cambio climático) y 17 (fortalecer la alianza para el desarrollo sostenible). Esto puede lograrse creando unos ecosistemas de producción y comercialización de cultivos que faciliten a los agricultores la sustitución del tabaco por otros productos.

Agentes del mercado del sector privado. Los agentes del mercado del sector privado pueden ayudar a conformar un mercado de cultivos alternativos sostenible incentivando que los agricultores cambien de cultivo, y para ello pueden brindar apoyo a lo largo de toda la cadena de valor, por ejemplo, en la compra de insumos, la manipulación posterior a la cosecha, la agregación y la entrega.

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