Boletín Desastres N.131.- Impacto de la pandemia COVID-19 en la salud mental de la población

 

Impacto pandemia en salud mental

La pandemia ha generado una mayor necesidad de servicios de salud mental en un contexto donde previamente ya había una brecha en el acceso a servicios, por lo que es urgente abordar esa brecha e impulsar la ampliación de los servicios de salud mental en el primer nivel de atención.

El Impacto de la pandemia COVID-19
en la salud mental de la población

 

En la región de las Américas, la población ha tenido que enfrentar la pérdida de sus seres queridos por COVID-19, una crisis económica sin precedentes que en muchas ocasiones ha causado la pérdida de trabajos y/o medios de sustento. Adicionalmente, todos hemos experimentado también el cierre de las escuelas, el aislamiento, el teletrabajo, el miedo a contagiarnos y una gran incertidumbre. Estas condiciones han influido y son factores que contribuyen a la generación de una serie de problemas de salud mental, entre ellos, un aumento de la ansiedad, depresión, problemas para dormir, aumento de consumo de alcohol, tabaco, drogas, sustancias y situaciones de violencia intrafamiliar.

Los estudios muestran que alrededor del 20% al 70% de la población sigue sufriendo depresión y ansiedad. Las mujeres, los jóvenes, las personas de bajos ingresos y las personas con problemas de salud mental preexistentes y los trabajadores de la salud, se encuentran entre los grupos más afectados.

En una encuesta realizada en el 2021, en 30 países en todo el mundo, más de la mitad de los participantes de Chile, Brasil, Perú y Canadá expusieron que su salud mental había empeorado desde el comienzo de la pandemia, superando el promedio global del estudio de 45%1 (Foro Económico Mundial).

La última ronda del estudio del termómetro de salud mental en Chile (2021) evidenció que el 32,8% de las personas encuestadas presentaban síntomas asociados con problemas de salud mental a principios de 2021, en aumento desde noviembre de 2020.2

La cantidad de personas adultas en EE. UU. con síntomas recientes de ansiedad o tras- tornos depresivos aumentó de 36,4% a 41,5%, mientras que el porcentaje de personas que informaron necesidades de atención de salud mental no satisfechas aumentó de 9,2% a 11,7% entre agosto de 2020 y febrero de 2021 debido a la pandemia de COVID-19.(Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC).

114 millones de niños, en marzo de 2021, aún no asistían a la escuela. Las interrupciones escolares han tenido un impacto catastrófico en los logros de aprendizaje, la protección, la salud, la salud mental de los estudiantes y sus perspectivas socioeconómicas en el futuro. (UNICEF).4

En nueve países y territorios de la Región, 27% de los jóvenes entre 13 y 29 años reportaron haber sentido ansiedad y el 15% depresión, en los últimos siete días, UNICEF.5

Una encuesta a más de 60.000 cuidadores de niños en Colombia, Costa Rica, El Salvador y Perú evidenció que el 85% de los cuidadores encuestados reportaron al menos un síntoma de deterioro de la salud mental durante la pandemia. Aproximadamente la mitad de los cuidadores expusieron sentirse tristes (48%) y alrededor de dos tercios cansados (66%), temerosos (60%) y con insomnio (59%). (Banco Interamericano de Desarrollo)6.

60% de los países han notificado la interrupción de los servicios de salud relacionados con la atención a trastornos mentales, neurológicos y uso de sustancias. (Encuesta Pulse OMS. 2da Ronda Enero – marzo 2021) Se observa un 23% más de países que notifican una interrupción de la consejería para trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias, en comparación con los datos de la Ronda 1 de la misma encuesta.

 

Si bien la mayoría de países de la Región (93%) han incluido la salud mental y apoyo psicosocial como parte de sus planes nacionales de respuesta al COVID-19, solamente en dos países está financiado adecuadamente.

Urge fortalecer los mecanismos de coordinación de salud mental y apoyo psicosocial; implementación de la Primera Ayuda Psicológica (PAP) a la población más vulnerable y el desarrollo de propuestas para iniciar y/o continuar con la intervención en salud mental y atención psicosocial, así como la atención remota.

 

 

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