Santa Cruz de la Sierra, 24 de septiembre de 2020 (OPS)- Santa Cruz -ubicado al oriente del país- es uno de los departamentos más afectados por el COVID-19, concentrando, en algún momento, el 60% de los casos de toda Bolivia. Pero esa situación no impidió que el personal del Programa departamental de Salud Mental brinde atención psicológica y psiquiátrica comunitaria, con acompañamiento emocional a través de un centro de llamadas o realizando visitas domiciliarias en los barrios más alejados de su capital, conocida como la ciudad de los anillos, o en los municipios rurales colindantes a la gran ciudad.
Una llamada telefónica al call center permite atender a las personas, en la mayoría, escuchando activamente a mujeres y hombres, de todas las edades, que atraviesan por ansiedad y/o depresión debido a que la pandemia los impactó: han perdido a un familiar, están contagiados y con miedo, o desesperados por que no tienen empleo.
La estrategia de intervención de Santa Cruz para atender la salud mental de su población afectada por la COVID-19 es integral y es comunitaria. El Servicio Departamental de Salud (SEDES), a través de su programa de salud mental, aplica la atención sanitaria presencial desde el primer nivel de atención a la población que atraviesa por cuadros más severos, llegando hasta ellos a sus casas, a partir de una intervención humanitaria que ayude a superar las brechas en salud mental (mhGAP).
La Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) ha contribuido en capacitar a profesionales bolivianos en las intervenciones de salud mental en la comunidad. La OPS/OMS, junto a los Ministerios de Salud, está brindando orientación y asistencia durante la pandemia COVID-19, para ayudar a apoyar el bienestar mental y general de todas las personas, especialmente de aquellos que podrían necesitar apoyo adicional durante estos difíciles momentos.
La responsable del programa, Iracema Justiniano, está convencida que “trabajar en salud mental en estos momentos es importante para gestionar y prevenir que las repercusiones del COVID-19 sobre el bienestar emocional no se cronifiquen ni se conviertan patológicas, y evitar que se agraven los problemas de salud mental preexistentes en la población que no tienen acceso a servicios especializados”.
Hasta la comunidad
El equipo comunitario de salud mental (ECOSAM) se despliega hasta comunidades alejadas, atravesando varios kilómetros de llanos orientales. Este traslado ayuda en la atención a pacientes impedidos de movilizarse para continuar sus controles ambulatorios o atender aquellas personas que atraviesan por trastornos mentales y del comportamiento, como consecuencia de la emergencia sanitaria.
Son 43 profesionales, entre psicólogos, psiquiatras, trabajadoras sociales, enfermeras que se trasladan al terreno, cubriendo en tres turnos, de lunes a domingo, la atención de 24 horas.
“Con el equipo de salud mental hemos atendido a pacientes con diversos tipos de discapacidades, tanto físicas como mentales. Ellos tienen temor de asistir a los centros de salud, temen a ser discriminados ya que ahora el sistema de salud está ocupado con la pandemia por el COVID-19. En las visitas domiciliadas realizamos atenciones de enfermería y psiquiatría, llevamos medicación para dar continuidad en el tratamiento y evitar la descompensación del paciente”, relata la Beatriz Alarcón Mallea, auxiliar de enfermería del ECOSAM.
Estela, su historia
La situación de la pandemia se tornó más difícil durante las cuarentenas, especialmente para aquellas personas que requerían medicación para tratar sus cuadros psiquiátricos pre existentes o continuar los controles ambulatorios en el Hospital Psiquiátrico. Estela fue una de ellas. Con 26 años, una marcada disfunción general y los trastornos mentales desde los 14, necesitaba ser atendida con atención especializada.
El equipo de salud mental llegó hasta la ciudadela Plan 3000, un barrio populoso, ubicado en el Distrito 8 de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Con una población cercana a los 320 mil habitantes, con un 80% de migrantes de las tierras altas de Bolivia. El Plan 3000 tuvo una de las más altas tasas de contagio de COVID-19.
En medio de la ciudadela, la casa de Estela, está rodeada de vegetación y protegida por una barda improvisada. La madre de Estela, Olga Céspedes Severiche, recibe a la brigada. Estela sale tímidamente de la habitación, conoce a los médicos y enfermeras, pero no los saluda. Olga relata el deterioro progresivo de la salud mental de su hija con alucinaciones auditivas y delirios de persecución, señala la necesidad de contar con los fármacos y el riesgo que existe de descompensarse de no recibir ayuda. Estela, sin la medicación, tiende a fugarse del domicilio. La última vez se perdió 11 días y fue encontrada deambulando por las calles, malherida.
El ECOSAM procura una intervención donde la paciente no requiera manejo hospitalario, brinda apoyo a la familia durante la pandemia, proporciona la medicación necesaria y trata que el vecindario no estigmatice a la persona que sufre un trastorno mental. Con Estela se realizaron varias visitas domiciliarias del equipo comunitario, se inició el manejo farmacológico, se intervino en la comunidad realizando psicoeducación.
Ahora Estela está siendo tratada, accede al bono de discapacidad y a los bonos de ayuda gubernamental que le permiten a ella y su familia sostenerse económicamente durante la crisis sanitaria que se vive.
El Programa departamental de Salud Mental atendió hasta la fecha más de 625 atenciones psicológicas y psiquiátricas por medio de la línea gratuita 168 e hizo el seguimiento de casos mediante llamadas o videollamadas a través de mensajería y visitas presenciales, todo como parte de la atención primaria de salud.
La OPS, establecida en 1902, es la organización internacional de salud pública más antigua del mundo. Trabaja con sus países miembros para mejorar la salud y la calidad de vida de los pueblos de las Américas. También sirve como la Oficina Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).