• Mujeres de la comunidad de Talanga, Honduras

Una Rosa de cuatro Generaciones

Con el orgullo de ser la nieta de María Arcadia Barahona, una matrona de 103 años que se mantiene activa dando consejos a las mujeres embarazadas de su comunidad, Rosa María Romero Velásquez, cruza el salón del centro de salud, donde es apreciada por sus servicios y su linaje.

Dinastía de matronas: orgullo de las tradiciones ancestrales comunitarias

Como lo esperaba su abuela, ella asume su herencia con responsabilidad y es una de las primeras en llegar a la reunión del diálogo de saberes sobre mortalidad materna que reunió a un grupo de mujeres del municipio de Talanga, Francisco Morazán, Honduras.

Mostrando una gran sonrisa, Rosa María exclama “dice mi abuela que hace 70 años, eran ellas las que traían los niños al mundo y que todo era muy difícil”.

Mi mamá, Adriana Antonia Velásquez, que ya tiene 84 años y también es partera, dice que nuestra familia ha visto los cambios en la atención de los partos que por ejemplo, con mi abuela trajo a muchos niños al principio, “luego fueron mejorando las condiciones y las mujeres que tenían el niño mal colocado o necesitaban cesaría las llevaban al hospital”.

Rosa María

Entre ellas dos, dice sonriendo Rosa María, tienen como 100 años de ser parteras, “de verlas y ver como servían a la comunidad, nace mi interés por ser partera, claro yo soy más joven,  apenas tengo 48 años y mi visión está orientada a las muchachas, porque tenemos serios problemas de embarazo en adolescentes; yo en los últimos 18 meses he apoyado y acompañado a cuatro jóvenes entre los 14 y 16 años para que hagan sus controles y estén pendientes de las señales de alerta”.

Mientras Rosa habla, se acerca una joven de 17 años; es su hija Josseline Nayeli Cruz Romero, ella la abraza y nos dice “mire ella está capacitándose y será la cuarta generación de parteras en nuestra familia, ya está brindando consejería a otras adolescentes y hoy está en este diálogo para ver la realidad de cómo es ser partera en estos tiempos”.

Muy espontánea, relata que su abuela y su mama le insisten en que “las cosas están  cambiando y ahora lo importante es el acompañamiento que podemos hacer a las mujeres embarazadas para que cumplan con los controles y ellas mismas puedan detectar una situación de peligro en su embarazo, además hay que sugerirles que planifiquen, que le coloquen todas las vacunas y que den lactancia exclusiva a su bebe”.

Agarrando el cabello a su hija, y en un gesto maternal la ve y le dice “recuerde hija que esta labor es un servicio a su comunidad, se debe hacer con responsabilidad con cada mujer que acompañe, para que su hijo salga sano, pero también tiene la responsabilidad de honrar el legado de cuatro generaciones de parteras”.

Con esas palabras, Rosa María y su hija se despiden y conversan con el resto de mujeres con la seguridad de que no defraudarán el legado de sus ancestras.